por Andreas Faber-Kaiser
1971
de AFK Website
El estudio de
los OVNI presenta su lado oscuro. Entre estudiosos del tema y
testigos de aterrizajes Gray Barker y James E. Moseley
recopilaron más de 600 casos de personas que fueron obligadas al silencio.
Otros, cesaron en sus investigaciones. Algunos —demasiados—
murieron.
Por otra
parte, la postura oficial de los distintos gobiernos —de cara a la opinión
pública— es de descrédito o en el mejor de los casos de silencio sobre el
tema, y una nota de la redacción de la revista italiana Alaya, de
enero de 1968, afirma que desde 1955 los gobiernos se han comprometido
a guardar silencio sobre la realidad de los OVNI.
Pero mucho
antes ya han existido sociedades que se habían comprometido a guardar
silencio, generación tras generación, sobre las realidades cuya
transmisión secreta a través de los siglos había dado vida precisamente a
esas comunidades. Son sociedades que han nacido gracias a la posesión de
unos conocimientos que no debían trascender a la masa, y que siguen
viviendo gracias a la necesidad de conservar para el hombre esos
conocimientos.
Y ese mundo
paralelo, esa realidad paralela de las comunidades secretas, de la
cábala, del esoterismo, de lo arcano, parece encontrarse con ese otro
mundo, con esa otra realidad también paralela a nuestro quehacer sobre la
tierra: con la realidad de «ellos».
El mismo interrogante
vale para ambos casos: ¿Por qué debe mantenerse en silencio la realidad de
los oprimidos? ¿Por qué debe mantenerse en silencio la realidad
conocida por las hermandades secretas?
Ya el consejo dado por
el célebre papiro Harris rezaba: «¡Cerrar las bocas!», y
Fulcanelli da fin a su libro El misterio de las catedrales
recomendando que «en la Ciencia, en el Bien, el Adepto debe siempre
CALLAR».
Los griegos por su parte, al igual que los egipcios en el
culto a Isis, guardaban un silencio absoluto sobre los misterios
del culto de Ceres. La revelación del secreto de estas prácticas a
los profanos se castigaba con la muerte.
De Isis afirma, a
su vez, Fulcanelli, que es la madre de todas las cosas, que las
lleva en su seno, y que sólo ella es la dispensadora de la Revelación y de
la Iniciación.
«Isis, Ceres,
Cibeles: tres cabezas bajo el mismo velo», y «singular analogía
hermética: Cibeles» —madre de los dioses— «era adorada en Pesinonte
(Frigia) bajo la forma de una piedra negra que se decía haber caído del
cielo».
Igual que la
Caaba —los del país de Saba, o de Caba, son los
cabalistas mismos—, la famosa piedra negra caída del cielo...
Con
las estatuas de Isis se relacionan más tarde las vírgenes negras.
Bigarne observa que Isis antes de la concepción,
«es, en la
teogonía astronómica, el atributo de la Virgen que varios documentos,
muy anteriores al cristianismo, designan con el nombre de virgo
partitura; es decir, la Tierra antes de su fecundación, que pronto será
animada por los rayos del sol».
La
Tierra-madre, los rayos del Sol, las piedras negras.
Quienes se
han dedicado al estudio del fenómeno OVNI en la antigüedad
conocen una leyenda inca de Tiahuánaco —El calendario que
figura en la Puerta del Sol de Tiahuánaco se ha identificado como
el calendario de Venus—, según la cual de una nave dorada
descendida de la «gran estrella esplendorosa» surge Orejona,
que construyó, con piedras negras procedentes de su planeta, el primer
templo de la isla del Sol. Orejona debía cumplir la misión de convertirse
en madre de la Tierra. Estas analogías nos hacen sospechar una leyenda
hermética inca.
Pawels y Bergier razonan de este
modo:
«es posible
que lo que llamamos esoterismo, cimiento de las sociedades
secretas y de las religiones, sea el residuo difícilmente comprensible y
manejable de un conocimiento muy antiguo, de naturaleza técnica,
que se aplica a la vez a la materia y espíritu»;
y apuntan hacia
el probable peligro que entraña para toda la Humanidad el supuesto de que
estos conocimientos llegaran a manos irresponsables.
Por otra
parte, en un editorial del número de julio-agosto de 1963 del desaparecido
boletín «Informationen» de la «Gesellchaft für Interplanetarik
"Austria" », leemos:
«existe en la
Tierra un mito que se adaptaría a los propósitos de los
"espaciales" y bajo cuya influencia podría dar resultado el
reclutamiento de "ayudantes". Desde siempre. Nos referimos aquí a una
sociedad que hace siglos ya se vanagloriaba de preparar la reforma
de "todo el ancho mundo" y cuyos miembros no sólo se reunían en una
"fortaleza suspendida en el aire", sino que se ocupaban de el "trabajo"
en todo el sistema solar y poseían además "mil piezas" que harían
palidecer de envidia a nuestros técnicos actuales».
El nombre de
esta sociedad no hace al caso..., pero la posibilidad de su existencia
sigue siendo de interés. Como caso típico, como ejemplo.
Con el
estudio de los OVNI «estamos rozando el ocultismo de la doctrina
agnóstica, las teorías rosacrucianas, el budismo, la teosofía...», le dice
Gordon Creighton a Carlos Murciano que, en tanto que Paul
Misraki señala que Henry Sérouya, en su estudio sobre la
Kábala,
«precisa que
el conocimiento del "carro de Dios" (!) no debía jamás ser
transmitido por escrito, sino sólo de manera oral a aquellos que se
mostraran dignos; es decir, a un pequeño grupo que había alcanzado
previamente un grado de iniciación superior».
El tema que nos
ocupa ahora es complejo, tan universal —en perspectiva terrestre—, que
únicamente tendremos ocasión de rozarlo furtiva e incompletamente, y
además de forma aparentemente bastante confusa.
LA
ENIGMÁTICA SERPIENTE
En su libro
Los platillos volantes y los dioses, John Michell estudia
transfiguraciones de serpientes entre los pueblos antiguos,
figuraciones que se revelan como interpretaciones veladas de naves
volantes extraterrestres, lo que nos remite a Quetzalcoatl, que
quedaba simbolizado por una serpiente con plumas. En Tula, la
ciudad consagrada a Qetzalcoatl, se levanta una pirámide consagrada a
Venus, ya que ambos eran una sola deidad. Quetzalcoatl, finalizada su
labor civilizadora, huyó por los aires, fue por el espacio de un
lado a otro, y se convirtió en el planeta Venus, con el nombre náhuatl de
la «estrella que echa humo». Una serpiente voladora que es una
estrella. Un cohete que se aleja hasta convertirse en sólo un
punto luminoso en el cielo... y echa humo.
Quetzalcoatl era en
América un agente unificador del Cosmos cuyo signo era la cruz, que
trajo riquezas y cultura desde Oriente..., circunstancias
que nos hacen recordar que existe también una hermandad de filósofos
herméticos que se autodenominan inmortales, iluminados e invisibles, y
afirman ser los agentes predestinados para la futura reforma general del
Universo y para el establecimiento de la paz universal —obsérvese los
paralelismos con Quetzalcoatl—, cuyo signo es la rosa y la
Cruz, y de la que un libro de Valentín Andreae cuenta que
fue fundada —la leyenda no debe ser histórica, pero obedece sin duda a una
intención concreta— por un tal Christian Rosencreutz, que aportó
sus conocimientos del Oriente...
Es la misma sociedad de la que
nos hablaba el editorial citado del boletín «Informationen»,
afirmando de ella que sus miembros eran convocados en una fortaleza
suspendida en el aire.
El historiador Serge Hutin escribe
de esta sociedad que constituye la colectividad de los seres llegados a un
estado superior a la humanidad corriente, «poseedores por ello de los
mismos caracteres interiores que les permiten reconocerse entre ellos».
Surge la pregunta: ¿Son determinadas hermandades secretas,
herméticas, las encargadas de mantener el contacto —siempre— entre la
humanidad y «ellos»? ¿Son sus miembros —ya sea consciente o
inconscientemente— los auténticos «hombres contacto»?
LOS
TEMPLOS, ¿MÁQUINAS DE LOS DIOSES?
Existen por
otra parte numerosas razones —cuyo desarrollo no es posible en el limitado
espacio de este artículo— que hacen sospechar el origen de la construcción
de los templos a partir de la visión real de máquinas volantes descendidas
a la tierra en la antigüedad. El templo quiere ser imitación forzosamente
inmóvil de la morada real móvil —volante— de la «divinidad». De ahí la
gran importancia que presumimos tiene para el ufólogo la existencia de
comunidades que transmiten en secreto, durante siglos, las normas por las
que debe regirse la construcción de los edificios sagrados.
Podemos mencionar aquí también a la Orden del Temple.
«¿Trajeron de
Jerusalén, como se ha dicho, arcanos de artesanía antiquísima en lo que
se refiere a la arquitectura? ¿Influyó en ellos la visión del antiguo
templo de Salomón, reconstruido en mezquita, con su planta octogonal?
¿Hubo, además, alguna sabiduría matemática escondida que el Occidente no
conocía entre los muchos documentos, folios y papiros que los cruzados
hallaron en la Ciudad Santa? ¿Venía todo ello a través de Israel,
desde el antiguo Egipto? Todo es conjetura sobre estos aspectos.
La alquimia pareció ser otro de los renglones favoritos de la Orden.
¿Pero qué era la alquimia sino un intuitivo tanteo de lo que hoy es
asignatura corriente en las universidades? El vulgo llamaba
magia, con cierto tono entre temeroso y admirativo, a estas
investigaciones, reservadas únicamente a los iniciados, como hoy ocurre
con los expertos nucleares, también al abrigo de un riguroso secreto
oficial...»
«Pero el
poderío económico, las exenciones, el monopolio de ciertas
transacciones, todo ello llevaba fatalmente al choque con el estado; es
decir, con la Corona de Francia. Allí acabó el Temple.
Allí también comienza su misterio. Reservado fue todo: los procesos, los
interrogatorios, el secuestro de sus bienes por el monarca; las mil y
una acusaciones que se formularon contra los caballeros de la Orden en
sus distintos grados y jerarquías...»
«... Veraces
historiadores aseguran que la obra persistió en la sombra hasta
desembocar por vías recónditas en los albañiles del otro templo: el de
la masonería.»
Bien, hemos
entrado en una frase interesante: las hermandades secretas,
herméticas, tienen algo muy importante que ver con la construcción de
edificios sagrados. Y el templo, el edificio sagrado, se nos aparece
como inspirado en un aparato volante de la «divinidad»: en un
aparato volante de «ellos». Prosigamos, pues, en nuestra búsqueda
de posibles conexiones.
LA OBRA
POR EXCELENCIA
La unión de
los dos triángulos del fuego y del agua, o del azufre y del mercurio
reunidos en un solo cuerpo, engendra el astro de seis puntas, el Sello
de Salomón, también llamado Sello de Hermes, jeroglífico de la
Obra por excelencia y de la Piedra Filosofal realizada.
Fulcanelli señala que este símbolo es la misma Estrella
de los Magos. Y después de enfocar el misterio de la Estrella de los
Magos desde los más variados ángulos, lo único que podemos afirmar al cabo
de casi dos mil años de su aparición, es que la susodicha
«estrella» sigue siendo para nosotros, con todas sus letras, un
objeto volante y luminoso no identificado.
Aparece
íntimamente ligado a todo esto la cábala fonética.
EL GAY
SABER
Conocido de
todos los interesados en el tema es el pasaje en que Jonathan Swift
, el singular deán de San Patricio, en boca de Gulliver, nos refiere la
visión que éste tuvo de la «isla volante», un «cuerpo movible y
opaco, muy grande, que parecía fluctuar en el aire», cuya base era «plana,
compacta y resplandeciente». Los Viajes de Gulliver datan de 1727,
y Swift relata en ellos que la famosa «isla volante», tripulada por
seres inteligentes, basaba su movimiento en las leyes del magnetismo —las
mismas en que parecen basarse los OVNI observados en la
actualidad—, al tiempo que anuncia que Marte posee dos satélites,
cuyos parámetros indica con asombrosa exactitud. Pero resulta que los
susodichos satélites de Marte no fueron descubiertos por la ciencia
«oficial» hasta el año 1877 —siglo y medio después de hablarnos de
ellos el deán de San Patricio (!)— y que, además, uno de ellos
(Fobos), es muy probablemente un satélite artificial.
Swift era un iniciado en los conocimientos que proporciona
el Gay saber, la Gaya ciencia, la Lengua de Corte entre los
antiguos incas (recordemos las analogías entre la Orejona de la
leyenda inca y Isis, Ceres y Cibeles) o sea, el
argot, la cábala hablada.
Nos informa Fulcanelli que los
argotiers, los que utilizan el argot (lengua particular de
todos los individuos que tienen interés en comunicar sus pensamientos sin
ser comprendidos por los que les rodean), lengua en que se expresaban
todos los iniciados, son descendientes herméticos de los argonautas , los
cuales, a bordo de la nave Argos —nombre que indica la rapidez o la
blancura luminosa—, fueron en busca del Vellocino de Oro, que
Frixos había ofrecido a Aetes, hijo del Sol, después de que un carnero,
con el vellón de oro, le transportara, atravesando los aires y los mares,
a la isla de Aea, país donde «los rayos del sol se encierran en una
cámara de oro».
Y bajo el signo del carnero, bajo el signo de
Aries, el 12 de abril, se celebraban en Roma las Cereales (en honor
de Ceres —recordemos una vez más la analogía
Ceres-Isis-Cibeles-Orejona). En las procesiones llevaban un huevo.
Y de huevos celestes brotaron a la vida los dioscuros Cástor y
Pólux, que formaban parte de la expedición de los argonautas, y que
fueron colocados por Zeus como estrellas (pensemos en
Quetzalcoatl) en el firmamento. Por último, digamos que las figuras
de huevos celestes de los que emergen, en distintas leyendas y mitos
antiguos, determinados personajes, caen fácilmente bajo el enfoque de
naves espaciales, de cápsulas espaciales, de las que emergen unos
tripulantes de las mismas. La forma de huevo es muy frecuente en casos de
OVNI recientes (Valensole, Socorro, etc.)
LA CONCHA
DE SANTIAGO
Volvamos al
argot. lo hablaban los frimasons de la Edad Media, que edificaron
los templos argóticos . Las obras de art goth o de argot: Las catedrales
góticas.
«También
ellos, estos nautas constructores, conocían el camino que conducía al
Jardín de las Hespérides.»
Y ya que
estamos hablando aquí de nautas, bueno será hablar también de la Concha de
Santiago, del "señor Yago de compos stella, que dispensa ayuda, luz y
protección. De la citada concha, nos dice Fulcanelli, que la llevan
místicamente,
«aquéllos que
emprenden la labor y tratan de obtener la estrella (compos stella)...»,
«tienen que
realizar, con el bordón por guía y la concha por insignia, este largo y
peligroso recorrido, una de cuyas mitades es por vía terrestre y la otra
por vía marítima. Deben ser, ante todo, peregrinos, y, después,
pilotos».
¿Pilotos? En
los pilares que decoran la credencia que se puede admirar en la mansión
Lallemant, en Bourges, la susodicha concha aparece rematada por un
desconcertante par de alas... ¿Pilotos de naves capaces de volar?
¿Nautas voladores? Recordemos que el «agua» de que hablan los iniciados es
un agua que no moja las manos. El agua, el mar, el océano, se nos aparece
como denominaciones referidas al espacio y a sus «corrientes», a sus
líneas de fuerza. Termina la leyenda de los argonautas consagrando Jasón a
neptuno la nave Argos, que Minerva coloca —otra vez— en el cielo entre las
constelaciones…
Y sería oportuno recordar que el emblema de la
nave espacial «Apolo XII» representaba a un gallardo bergantín
dando la vuelta a nuestro satélite…
Volviendo a
nuestra concha, apuntemos todavía que en otro de los motivos
decorativos de la citada mansión, se puede ver una concha grande en la que
surgen, al parecer, otras conchas menudas... Es un fenómeno familiar para
los que nos interesamos por el estudio de los OVNI.
Hablamos de los argonautas y de la cábala hablada. Y
podemos observar que la voz "argonauta" nos remite a una familia de raíces
que permite establecer interesantes relaciones para nuestro tema: sería la
familia de las raíces arg-/arq-/arc-/a??- que relacionan entre sí a
palabras tan interesantes para nuestro propósito como son el nombre de la
nave Argos, los argonautas, la arquitectura (el segundo elemento de
la voz procede del griego te???, carpintero, constructor de naves), el
arco cuya multiplicación forma la cúpula de los edificios sagrados, lo
arcano (secreto), el arca de Noé, a??? (comienzo, origen, y en plural
"potencias espaciales"), los arcángeles..., etc...
EL
SISTEMA DE LOS 9
En la
cábala el numérica el número 9 es importante sin duda. Al echarse
de menos a Hiram, el arquitecto conocedor de los secretos de la
construcción del Templo, asesinado, Salomón ordenó que nueve
maestros lo buscasen. Nueve son los maestros constructores de la bóveda
secreta. Enoch escondió el nombre indecible debajo de nueve arcos,
grabado en un delta o triángulo equilátero. La figuración del campamento
de los Príncipes del Real Secreto, que esperan el momento oportuno
para reedificar el templo, se realiza en una sala alumbrada con 81 luces
(9 x 9), en la cual aparecen una serie de figuras geométricas concéntricas
encerradas en un polígono de nueve lados.
Por otro lado, leemos en
Behind the Flying Saucers que la estructura del OVNI caído en
manos del Gobierno norteamericano en Nuevo México se basaba igualmente
en el número 9. Su anchura total era de 9999/100 pies. La línea
vertical imaginaria desde la punta exterior del «ala» circular a la base
medía 27 pulgadas. La cabina tenía un diámetro de 18 pies y una altura de
72 pulgadas, sobre saliendo exactamente 45 pulgadas de la cabina por
encima del borde exterior de artefacto. Con el segundo OVNI pasando
a manos americanas en Arizona ocurre otro tanto. Medía 72 pies de
diámetro, y descompuesto en sus distintos elementos, se comprobó que éstos
seguían el llamado «sistema de los nueve». Y en el mismo sistema basaba su
estructura el tercer OVNI descendido en Paradise Valley, y que
tenía un diámetro de 36 pies.
Según una teoría de J. M. Díez
Gómez, publicada en extracto a partir de la página 81 de la serie
«Cíclope Informa» (Barcelona ; Cíclope, S.A.E.), sobre la que no nos
atrevemos a pronunciarnos en favor ni en contra sin un estudio previo
completo, Adán sería el símbolo de una nave de tipo nueve. Con las debidas
reservas, puede establecerse a raíz de esta teoría una relación
cabalística —provisional de momento— entre las voces nueve, nuevo, nave y,
posiblemente, huevo (novem, novum, navis, ovum).
En nueve ciclos
se forma el ser humano.
En el simbolismo de los números sagrados,
el 9, último de estos números, propios de los entes divinos, superiores,
frente a los humanos, se consideraba como número completivo de la vida
humana y del Cosmos.
Nuestras matemáticas se construyen sobre una
serie-base de nueve números completados por el símbolo neutro representado
por el cero.
Entre las sociedades secretas debemos citar
todavía una, muy importante, en la India, y que se remonta a la época del
emperador Asoka. Es la sociedad secreta de los Nueve
Desconocidos, etcétera, etc.
APOLO
Podríamos
seguir hablando y hablando, pero no es éste el propósito ni el objetivo
del artículo como visión global de una probabilidad. Probabilidad en la
que podríamos mencionar también a Cyrano de Bergerac, gran
conocedor de la Cábala, que describe por ejemplo un cohete de tres fases,
tal como hoy son lanzados desde cabo Kennedy.
Sería interesante
reenfocar con nuevos ojos la procesión que Josué hizo desfilar siete
veces alrededor de Jericó, cuyas murallas se derrumbaron antes de la
octava vuelta. «Jericó» deriva muy probablemente de yareah,
que significa luna, con lo que tenemos que Jericó es la «ciudad
de la Luna».
Pero el mismo tema lo encontramos en los cisnes
que giran siete veces alrededor de Delos, naciendo, cuando aún no habían
cantado por octava vez, Apolo. Nace «Apolo» para dominar a la Luna…Un mito
que acaba de materializarse en nuestros días.
Sorprende la
sucesión —es mera coincidencia que no deja de ser curiosa— de voces
familiares a los cabalistas en el programa espacial norteamericano
: Araña, Aguila, Apolo, Atlas, Mercurio, Saturno, Géminis…
Interesante sería el estudio, con nuevas ideas, del motivo de la
cocción filosófica representado en el «Pórtico del Salvador» de la
catedral de Amiens. Fulcanelli advierte que el campanario es
el horno secreto que encierra el huevo filosofal, que a su vez es el
receptáculo del que hablan los iniciados. Hemos rozado el tema del huevo
como vehículo celeste. Viacheslav Zaitsev señala que en una
primitiva leyenda de los pueblos del Perú, los huevos bajan el
cielo en florecillas de diente de león; también conocen los iniciados la
Flos Coeli.
Podríamos repasar también el ciclo de romances
de la Tabla Redonda, «leyendas herméticas que aluden directamente a
la transición de los conocimientos científicos antiguos» ; es solo una
indicación, que sospechamos acabaría por profundizar el tema del grial y
el de las llamadas «apariciones marianas», fenómeno que Paul
Misraki relaciona con el de las apariciones de discos volantes.
Digno de estudio nos parece el tema de las Pléyades. Su nombre
proviene del griego p?e??, navegar. Figuran entre las estrellas
Maia y Atlas. Ahora bien, Maia —también la mitología
hindú conoce a Maya, y la Iglesia católica dedica el mes de mayo a María—,
amada de Zeus, la voz Zeus (Theos) se corresponde con la voz Teo —aplicada
a lo divino por los aztecas, íntimamente vinculados con la gran familia
maya— tuvo con éste a Hermes, el mensajero alado de los dioses,
portador del mismo nombre que aquel otro Hermes que daría lugar a la
filosofía hermética de que estamos hablando. Maia era la hija mayor de
Atlas. Atlas era el hijo de Japeto y de una hija de Océano. Atlas a su
vez se casó con la oceánida Pleyone, de cuyo matrimonio nacieron
las Pléyades. Pero resulta que la raíz atl del nombre
Atlas se encuentra también en el idioma náhuatl —hemos citado por
ejemplo a Quetzalcoatl— de los aztecas, vinculados como
dijimos a los mayas, en relación con la divinidad y significando «agua».
Lleno está el mundo de coincidencias.
Según la
mitología preincaica, los dioses descendieron de la constelación de las
Pléyades. Uno de los corredores de la pirámide egipcia de Keops
(dijimos que era una construcción muy importante para nuestro tema)
recogía la luz de las Pléyades. El doctor Gerhard Wiebe, de
Boston, y J. Roca Muntañola, relacionan los monolitos de
Stonehenge con la figuración de un «platillo volante».
Hecateo, historiador del siglo VI, habla del dios que se aparecía
en Stonehenge:
«Durante la
estación en que se aparece el dios (Apolo), toca el arpa y danza todas
las noches, desde el equinoccio de invierno hasta la salida de las
Pléyades, complacido por su propio éxito.»
LA ARAÑA
Por otra
parte, entre las muchas etimologías del nombre de María, destaca la
de Zorell, que deriva el nombre de la María nacida en Egipto, la
hermana de Moisés, del egipcio mrí.t+yâm (segundo elemento =
Yahvéh), o sea «amada de Yahvéh» . Amada de Zeus era Maya y
mayo es el mes de María.
Tenemos luego la traducción jeronimiana
latina del hebreo miryam por «stilla maris» , «gota del mar»
. Volvamos ahora a los iniciados y veamos que hablan del «Rocío de mayo»,
humedad vivificadora del mes de María. Thomas Corneille añade que
los grandes maestros de una de las hermandades citadas se hacían llamar
«Hermanos del rocío cocido» (F. R. C., Frères de la
Rosée-Cuite).
Y ya para terminar, digamos que es curioso
observar que el alquimista «necesita el hilo de Ariadna
(Ariane es una forma de airagne, por metátesis de la i ) si no quiere
extraviarse por los meandros de la Obra y verse incapaz de encontrar la
salida» .
Los mayas creían —como cita ya N. Rinin— que en
épocas remotas sus dioses descendían del cielo por una telaraña.
«En distinta
y oblicua vinculación con ella —dice Zaitsev— puede situarse la visión
jacobiana de la escalera que conducía al reino celestial.»
También en el
antiguo Egipto existía la creencia de que se ascendía al cielo
por una escalera.
En la llanura de Nazca, en el Perú,
se observa desde el aire la enorme figura de una araña. En collares
y grabados abunda en la América central y meridional el tema decorativo de
la araña. Retrocedamos a la formación de la palabra. A??? significa, como
observa y relaciona Fulcanelli, «tomar, asir, arrastrar, atraer, de
donde se deriva a????, lo que toma, ase, atrae»…«a???? es el imán…» «en
provenzal, el hierro se llama aran o iran…», en catalán, aram : es Hiram,
el divino Aries, el arquitecto del Templo de Salomón». La voz griega
S?d???? significa hierro e imán. De la misma voz deriva el latín sidus,
sideris, estrella.
En el
magnetismo parecen basarse los OVNI. Del magnetismo habla la
obra de Fulcanelli. Hoy se tienen pruebas de la existencia de
campos magnéticos galácticos.
Pero decidámonos ya por el punto
final. El etcétera es interminablemente largo. Reflexione y ate cabos el
lector… las coincidencias se suceden casi imperceptiblemente.
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